martes, 11 de octubre de 2011

3# Esa mirada tuya.

Bien. No me preguntes cómo, pero estaba yo ahí de pie mirándote, como suelo hacer a menudo.
Mirando esos ojos marrones tan bonitos que tienes. Y tú, te giraste y te diste cuenta de que yo te estaba observando. En ese instante, en ese preciso momento, se me pasaron mil cosas por la cabeza, un montón de ideas para decirte. Me encanta esa sudadera que llevas puesta, me encanta tu pelo, tus ojos me parecen preciosos, etc.
Pero no, esta vez iba a ser como las anteriores, no le iba a decir nada.
Tan solo agache la cabeza y seguí hablando con mis amigas, como si nada hubiese pasado.
Y es que, ¿cuántas oportunidades perdemos por la puta vergüenza?

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